El seno femenino está sujeto a diversas transformaciones, ya sean debido a factores genéticos, al aumento de mamas debido a embarazos, a la lactancia, a una pérdida de peso, a factores hormonales o simplemente al
paso de los años. Una elevación de pecho (Mastopexia) o lifting mamario, ademas de aumentar el pecho, tonifica la piel del pecho caído y a su vez remodela los senos, aumentando simultáneamente la posición del pezón y la areola, recuperando la forma del pecho.
En la mayoría de los casos, la caída del pecho se acompaña de una pérdida de volumen mamario por lo que la elevación del pecho se acompañará de la colocación de un implante. En este supuesto hablamos de mastopexia con implantes. Por otro lado, la utilización de prótesis también puede estar indicada con fines no aumentativos (la paciente desea un volumen final igual al que tiene) ya que, en estos casos, los implantes permiten al cirujano optimizar el resultado gracias a la mayor predectibilidad del comportamiento volumétrico de los implantes, resultando un pecho más firme, joven, estético y un resultado duradero.
Todas aquellas mujeres que consideran que su pecho ha perdido presencia, que se ven el pecho caído y triste y que desean recuperar la posición y turgencia de su busto son candidatas a consultar por está cirugía. Se recomienda en mujeres que tienen el pezón a la misma altura o por debajo del surco submamario.
La mama caída acostumbra a ser consecuencia de un desequilibrio entre la piel y el tejido glandular. En consecuencia, la intervención se basa en recuperar ese balance mediante la eliminación de la piel sobrante y el ajuste del volumen mamario. Las particularidades de cada caso y la técnica más apropiada deberán ser discutidas con el cirujano, quien planteará las posibilidades desde una visión global, analizando las características de la mama, el tórax, teniendo siempre en cuenta los deseos de la paciente.
La utilización de implantes no condiciona el aumento o reducción de las cicatrices, si bien si determina un mejor resultado final.
Las técnicas más conocidas son:
La duración media de la cirugía es de tres horas.
El tipo de anestesia más empleado para realizar una mastopexia es la anestesia general.
El ingreso de una noche es la recomendación habitual, por lo que la paciente es dada de alta al día siguiente de la intervención.
Tras la mastopexia la paciente referirá ciertas molestias durante los primeros días, sensación de presión, tirantez e inflamación en el polo superior, éstas se irán normalizando poco a poco a lo largo de las primeras semanas.
Si se ha realizado la cirugía con implantes, estos habrán sido colocados detrás del músculo, lo que condicionará algunas molestias adicionales en los primeros días.
Durante el primer mes se solicitará que el paciente utilice sujetadores sin aro y, posiblemente, una banda si se han colocado implantes; a partir del mes se otorgará mayor libertad, podrá retomar incluso la actividad deportiva.
Es importante el cuidado de las heridas. Éstas están sometidas a mucha tensión y necesitan cuidados; básicamente mantenerlas secas y, si se precisa, alguna pequeña cura tópica. Al final las heridas quirúrgicas, cuando evolucionan satisfactoriamente, pasan prácticamente desapercibidas.
La incorporación al trabajo dependerá de las particularidades de la paciente y de la actividad laboral que desempeñe.
Resultan muy útiles los masajes de drenaje linfático y tratamientos terapéuticos postquirúrgicos.
Pueden evidenciarse ciertas alteraciones sensitivas, especialmente en el polo inferior y en la región areolar, pero éstas se irían normalizando con el paso de los meses.
El proceso evolutivo global se prolongará varios meses, si bien, al poco tiempo de la cirugía, se logra un cambio importante en la imagen corporal de las pacientes y que produce gran satisfacción en ellas.
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