Con la llegada de las bajas temperaturas y también debido a la sequedad ambiental nuestro cabello sufre más que nunca, se debilita y aumenta su caída. Además, en la mujer a partir de los 40 años debido a agresiones externas (peluquería, tintes, uso de secador de pelo, etc), procesos infecciosos, carencias de vitamínas por insuficiente ingesta de alimentos ricos en folatos, vitamina B1, hierro, zinc y niacina, alteraciones en los niveles hormonales y problemas en la cuantía de la menstruación puede hacer que padezcamos anemia contribuyendo a debilitarlo y ha aumentar su caída aún más.
Si añadimos a todo esto el estrés se genera un disbalance hormonal, aumentando la secreción de hormonas androgénicas que provocarían la caída del cabello; pudiendo también estar relacionado con la alteración de la glándula tiroidea por dicho estrés, siendo de suma importancia descartar alteraciones en dicha glándula previas a iniciar el tratamiento.
Es por ello que, debemos aumentar el consumo de alimentos ricos en hierro (carne roja, como ternera o buey, marisco de concha, sésamo, verduras de hoja verde y frutos secos como nueces, pistachos, almendras tostadas), legumbres, proteínas y de alimentos ricos en B1 o tiamina (chuletas de cerdo, pescado, semillas de girasol, sésamo o tahini, así como especias y hierbas aromáticas).
Desde el punto de vista médico estético podemos actuar aumentando su oxigenación con ozonoterapia, mejorando la circulación del cuero cabelludo con láser, nutriéndolo desde el interior con PRP enriquecido y polivitaminas, reduciendo la fase de reposo del folículo piloso y estimulando al bulbo del cabello para que se vuelva a activar con Aminexil al 5% (que reduce la caída en un 72% en tres meses ), o bien administrando tratamientos anti androgénicos cuando existe ese desbalence hormonal.
Así pues, si deseas tener una melena sana cuída tu alimentación, lleva una vida relajada, realiza un masaje a diario y usa productos que lo refuercen y nutran de noche.
Dra. Manuela Gómez Pérez – Medicina Estética y Ginestética